domingo, 11 de noviembre de 2007


Es extraño llegar de esta forma a lo que respecta la vida tuya, pero de una u otra manera llegué, o llegaste tu, para que seguir. Lo importante es que nos hemos cruzado y a mi gusto hay nudos que no hay que desenredar.

Me nació escribirte, pero en esto último miento. En realidad pretendo dejar este estado de transe permanente y sacarme estas humanas ganas de escribirte. La poesía tiende a ser soslayada por mis versos. Así que no escribiré estas líneas yo. Ahora escribes tú. Tú mano empuña este lápiz. Me admitiste y ahora retribuyo todo ese floral que me has dado, en forma de letra viva o muerta -Tú le das la vida o se la quitas, quién escribe es un pequeño Dios-.

Mientras escribo al medio día, tú te sientas y prendes un cigarrillo, porque ya no te preocupa lo que jamás debió preocuparte, y ahora solo quedas entero, entre un camino que ni siquiera está a la mitad, pero sin embargo sonríes.

El aprecio es una cosa muy distinta al riego, eso es verdad. Pero el mar es muy distinto del cielo, y ambos guardan secretos tan grandes, que no caben en sus respectivas valijas celestes y vivas. De pronto, pensar y sentir mucho las cosas uno se agota. Pensar en lo terrible de la soledad agota, pero la soledad llega siempre como señal que no hemos invertido suficiente tiempo en nuestro espíritu, cuando no puedas más habrá un relevo, y un canto de ese grupo que tanto te agrada.

mis miedos se han ido, pero los muy cabrones vuelven cuando menos lo espero. Lo terrible llega cuando menos uno lo espera, pero de todas formas se siente como algo dentro del mundo -nosotros mismos- da puntapiés porque quiere salir a explorar todo aquello que ha permanecido intocable durante mucho tiempo. Tu sabes tu trabajo y lo haces bien, incluso cuando algo que se tranca.

¡Vacila, pero lo hermoso es así!. El avance en ti requiere replantearse lo que aún no te has planteado. Mirar todo lo que no has visto, y barajar este maso tan lleno tanto de incertidumbres, como de recompensas.

El tiempo es un invento humano, y todo invento humano se puede modificar. La tierra seguirá girando, estemos mal o estemos bien. Y la gente irá y vendrá como transeúntes por nuestras vidas, pero por lo menos quiero ser de aquellas que se detienen en medio de caos metropolitano, te mira -tu estado tan paciente y sonriente, sentado disfrutando del pensar- y te invita a un café negro y dulce.

Por supuesto que el café más simple, porque lo más simple basta para empezar a conversar, prender un par de cigarrillos y comenzar a armar ese mundo. Y cuando eso suceda, podrás leer todo aquello que no has podido, y las siestas serán mucho más cortas, pero será suficiente para descansar, dormir y despertarse con esas ganas tan humeantes y frescas de querer superar todo escollo que se pone por delante. Verás lo que viene y sonreirás como siempre lo haces.

Si aún no comprendes lo que quiero decir –sé que así no es- muchas gracias por todo aquello que me hiciste ver. Créeme que es mucho más bello que lo que acostumbraba a mirar. Insisto, la belleza es invisible a los ojos humanos, y vaya que es cierto.


¿Un café?.

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